A. A. D.
Nos encontramos ante una nueva versión de la Venus Anadyomene[1] de Apeles, en la que la Venus Coelestis recién nacida sale del mar donde ha sido generada a partir del esperma de Urano. Como vemos en otras obras románticas, Venus aparece aquí desposeída de referencias directas que la identifiquen como tal, como pudieran ser los amorcillos, las ninfas o los vientos que suelen acompañarla en las representaciones clásicas, de tal forma que toda la atención se centra en la belleza del cuerpo femenino. Únicamente se apunta, y muy sutilmente, la concha de la que, según una larga tradición, la diosa nace y sobre la que navega por el mar hasta llegar a la orilla.
Sin entrar a analizar si el autor da más importancia al aspecto meramente sensual y provocativo de la figura femenina que a un posible significado simbólico, lo cierto es que nos proporciona un buen ejemplo de la pervivencia en las artes plásticas del mito de la Afrodita Urania. Como ocurre con las obras de Botticelli y Velázquez anteriormente comentadas, la belleza del desnudo femenino nos remite de forma eficaz y sugerente a la Belleza de la Esencia divina, mientras que la pasión que provoca alude al deseo por el Conocimiento de la Verdad que simboliza esta naturaleza de la diosa. Es decir, la sensualidad, o incluso erotismo, que transmiten la mayoría de las Venus que conocemos, viene a simbolizarnos el arrobo que siente el alma cuando encuentra lo que andaba buscando, es decir, cuando logra alcanzar el mundo de las Ideas Eternas
[1] Recordemos que con este nombre se conoce, ya desde la Antigüedad, una obra desaparecida de Apeles que representaba a Afrodita saliendo del mar. De hecho, Anadyomene significa, en griego, «saliendo». Para ver la relevancia de esta obra en la Antigüedad, ver Cicerón, Sobre los deberes, III, 2 (1994).
Sin entrar a analizar si el autor da más importancia al aspecto meramente sensual y provocativo de la figura femenina que a un posible significado simbólico, lo cierto es que nos proporciona un buen ejemplo de la pervivencia en las artes plásticas del mito de la Afrodita Urania. Como ocurre con las obras de Botticelli y Velázquez anteriormente comentadas, la belleza del desnudo femenino nos remite de forma eficaz y sugerente a la Belleza de la Esencia divina, mientras que la pasión que provoca alude al deseo por el Conocimiento de la Verdad que simboliza esta naturaleza de la diosa. Es decir, la sensualidad, o incluso erotismo, que transmiten la mayoría de las Venus que conocemos, viene a simbolizarnos el arrobo que siente el alma cuando encuentra lo que andaba buscando, es decir, cuando logra alcanzar el mundo de las Ideas Eternas
[1] Recordemos que con este nombre se conoce, ya desde la Antigüedad, una obra desaparecida de Apeles que representaba a Afrodita saliendo del mar. De hecho, Anadyomene significa, en griego, «saliendo». Para ver la relevancia de esta obra en la Antigüedad, ver Cicerón, Sobre los deberes, III, 2 (1994).