jueves, 21 de mayo de 2009

ESCUELA DE AMOR

Antonio Allegri da Correggio, Escuela de Amor

A. A. D.
Correggio nos muestra en esta obra a la tríada Venus-Mercurio-Cupido, que encuentra su razón de ser sólo si la consideramos desde el punto de vista de la filosofía de tradición platónica. Venus, como ya sabemos, se relaciona con el deseo por la Belleza Divina, entendiéndolo como deseo por el conocimiento más elevado, ya sea como imagen visible al ser humano −cuando es la Venus Vulgaris, que se representa vestida, esto es, humanizada−, ya sea como encarnación misma de esa Belleza celeste, caso en que se nos muestra desnuda. En la obra de Correggio, por lo tanto, podemos decir que es la segunda naturaleza de la diosa la que aparece, y junto a ella, Mercurio, con sus sandalias aladas y su casco, también alado en este caso, parece instruir al pequeño Cupido.

La elección de esta pintura para ilustrar el tema que nos ocupa en este estudio ha sido determinada porque podemos ver en ella una representación clara de la doctrina platónica del conocimiento. Venus, desnuda y alada −en lo que sería una asimilación del platonismo con el cristianismo−, simboliza lo celeste, carácter que queda remarcado por su verticalidad, la cual nos señala el camino ascendente que debe seguir quien desee adentrarse en el conocimiento de lo divino. Con su mano derecha nos conduce la mirada hacia Cupido, que es aleccionado por Mercurio, mediador entre los dioses y los hombres: el amor, pues, debe tender al alejamiento de lo material y dejarse guiar por la Venus Coelestis hacia el conocimiento de lo Verdadero.

jueves, 20 de marzo de 2008

VENUS SALIENDO DEL MAR

Amaury-Duval. Nacimiento de Venus
A. A. D.
Nos encontramos ante una nueva versión de la Venus Anadyomene[1] de Apeles, en la que la Venus Coelestis recién nacida sale del mar donde ha sido generada a partir del esperma de Urano. Como vemos en otras obras románticas, Venus aparece aquí desposeída de referencias directas que la identifiquen como tal, como pudieran ser los amorcillos, las ninfas o los vientos que suelen acompañarla en las representaciones clásicas, de tal forma que toda la atención se centra en la belleza del cuerpo femenino. Únicamente se apunta, y muy sutilmente, la concha de la que, según una larga tradición, la diosa nace y sobre la que navega por el mar hasta llegar a la orilla.
Sin entrar a analizar si el autor da más importancia al aspecto meramente sensual y provocativo de la figura femenina que a un posible significado simbólico, lo cierto es que nos proporciona un buen ejemplo de la pervivencia en las artes plásticas del mito de la Afrodita Urania. Como ocurre con las obras de Botticelli y Velázquez anteriormente comentadas, la belleza del desnudo femenino nos remite de forma eficaz y sugerente a la Belleza de la Esencia divina, mientras que la pasión que provoca alude al deseo por el Conocimiento de la Verdad que simboliza esta naturaleza de la diosa. Es decir, la sensualidad, o incluso erotismo, que transmiten la mayoría de las Venus que conocemos, viene a simbolizarnos el arrobo que siente el alma cuando encuentra lo que andaba buscando, es decir, cuando logra alcanzar el mundo de las Ideas Eternas
[1] Recordemos que con este nombre se conoce, ya desde la Antigüedad, una obra desaparecida de Apeles que representaba a Afrodita saliendo del mar. De hecho, Anadyomene significa, en griego, «saliendo». Para ver la relevancia de esta obra en la Antigüedad, ver Cicerón, Sobre los deberes, III, 2 (1994).

viernes, 1 de febrero de 2008

TRONO LUDOVISI

Trono Ludovisi


A. A. D.
El llamado Trono Ludovisi muestra en una de sus caras una escena identificada con el nacimiento de Afrodita. En ella aparece la diosa emergiendo de las aguas ayudada por dos ninfas, las cuales tapan el divino cuerpo con un manto. Si aceptamos esta interpretación, estaríamos ante una representación temprana del momento narrado por los Himnos Homéricos en que la recién nacida Afrodita llega a la orilla, en presencia de las Horas, tras su travesía marina.

Sin embargo, esta obra parece abarcar un significado más amplio. Como sabemos, quien se genera a partir de la espuma del mar es Afrodita Urania, representante de la Belleza entendida como Sabiduría divina; esta Belleza imprime en el iniciado un deseo irrefrenable de conocer lo Verdadero, para lo cual debe entregarse a una ardua lucha interior, simbolizada plásticamente en las Venus armadas. En este proceso tiene lugar la muerte del alma, entendida como el abandono de lo humano imprescindible para la aprehensión de lo divino, para finalmente renacer ante la nueva y verdadera realidad. Este camino de muerte y resurrección es simbolizado habitualmente con un rapto como el que sufre Perséfone de manos de Hades: sin duda, la virginal doncella representa el alma pura del que se inicia en los misterios de lo divino, mientras que Hades es el Espíritu del Conocimiento que la conduce a los Infiernos desde donde asciende a la luz de lo Verdadero[1].
Esto lleva a pensar que la figura del Trono Ludovisi sea Perséfone en el momento de su ascensión, y no Afrodita, aunque también debemos considerar la posibilidad de que se trate de una fusión de las ideas que ambas representan, ya que la unión de los contrarios —Perséfone y Hades— siempre lleva a la Unidad que, como ya hemos dicho, encarna Afrodita Urania.
[1] Para profundizar en este tema, ver Federico González et al., Symbolos, núm. 25-26 (2003) y Mª Ángeles Díaz, Symbolos, núm. 27-28 (2004): 147-153.